Literatura e IA

03 de octubre de 2025

Escribimos, creo, por un montón de razones que, en la suma, significan una sola: por contarnos nuestro devenir, el modo en que vamos dando tumbos, de aquí para allá, por el milímetro de eternidad que ocupamos milagrosamente a tientas en esta oscuridad que llamamos universo. Y explorar la experiencia humana —nuestra imaginación, nuestra historia, nuestro modo de pensarnos a nosotros mismos y a los otros en un preciso momento— no es una tarea que pudiéramos delegar a otra especie, aunque existiera, ni aunque fuese más capaz o precisa o contara con mayores datos acerca de lo que somos o dejamos de ser. Algo se perdería en el camino, pienso. Lo que no me queda claro es si algo también se ganaría. Sé, eso sí, que ya ha pasado antes. Por ejemplo, cada vez que un colonizador ha escrito (hasta con buenas intenciones) la historia de un colonizado. Una vez muerto el último colonizado, la mirada del colonizador fue, probablemente, todo lo que quedó para preguntar si algo se ganó a cambio de lo perdido.

No estoy seguro, además, si ese ejemplo sea extrapolable al caso de la inteligencia artificial. Casi a diario, leemos opiniones que, invariablemente, argumentan que cada nueva tecnología despertó, en el pasado, semejantes rabias, dudas y temores que despierta hoy la IA. Pero es una falacia lógica. Porque no se trata esta vez de una tecnología que sustituye a otra. Sino de una que nos sustituye a nosotros en algunas tareas que nos son ingratas, es cierto, pero mayormente (y sobre todo) en algunas inherentes a nuestra propia humanidad. Entre ellas, la escritura.

El año pasado, por ejemplo, una escritora ganó un premio literario con ayuda de IA (alrededor del cinco por ciento de su libro, según la autora, vamos a decir, «mayoritaria»).1 Con el tiempo, supongo, cada vez más obras escritas con ayuda de IA llegarán a concursos literarios y obtendrán premios. Y eso, casi seguro, será tan irrelevante como los premios mismos. Pero esas obras (y muchas más generadas a diario) 2 serán a su tiempo también copiadas y reelaboradas una y otra vez por nuevos y viejos loros estocásticos3 (esto es, los datos para entrenar a una IA serán generados por otra IA),4 hasta que en algún punto, no muy lejano, casi todo lo que leamos, veamos o escuchemos será producto de una IA y mucho más rentable (aunque nomás para unos pocos).

Acaso todo eso también sea irrelevante.

Como sea, igual me pregunto en qué remedo de nosotros mismos nos convertiremos cuando la literatura y el arte, en general, representen menos la exploración de nuestra experiencia en el mundo, de nuestra consciencia e imaginación, que apenas una estadística y algoritmos, likes, emoticones y otras medidas del consumo. Cuando, aburridos como al parecer estamos, devolvamos por fin el fuego al Olimpo.

Por eso hoy que uno de mis estudiantes de 12 años preguntó si podía usar IA para escribir un cuento, le respondí que no, le di algunas razones más o menos coherentes y nos quedamos dudando uno del otro, como correspondía.

Pero me quedé intranquilo. Me fui a un parque. Lo pensé un rato, mientras fumaba dos, tres cigarros, sentado en una banca, y seguí sin una respuesta clara, inteligente, socialmente aceptable. Me habría gustado decirle, eso sí, creo, que la única razón de mi trabajo era ayudarlo a construir su propio conocimiento y exploración del mundo; pero que si no sentía ganas de escribir un cuento, o ni siquiera curiosidad, entonces era mejor que no lo escribiera, que había muchas más cosas interesantes que podía hacer y, lo que es más, yo le daría cualquier recurso a mi alcance (un mapa, una brújula, un encendedor, un cuchillo, mi sangüich de crema de cacahuate, lo que fuera), para que se echara al camino o al monte, a perseguir liebres y recolectar moras, a pelear con los elementos, a inventar su nombre y, de paso, también la soledad original, el fuego, la mentira, el hierro, las lágrimas de anteayer y de mañana, la risa a carcajadas, el amor, el desamor, el mundo todo todo todo, hasta que se sintiera casi intolerablemente feliz o triste bajo la noche estrellada, el hambre, el frío y el recuerdo de su casa, o quizá nomás hasta quedarse dormido y soñar con el océano infinito o con robar una pastelería y huir en bicicleta. Habría querido decirle.


Volver al índice principal



  1. https://cnnespanol.cnn.com/2024/01/19/ganadora-premio-literario-japones-inteligencia-artificial-chatgpt-trax/↩︎

  2. https://www.xataca.com/robotica-e-ia/libros-escritos-ia-problema-real-va-a-ir-a↩︎

  3. Aprendí ese término de ~anthk (cuya lectura recomiendo mucho), en texto-plano.xyz, sólo no recuerdo en qué post. Como sea, hay por aquí también una definición: https://en.wikipedia.org/wiki/Stochastic_parrot↩︎

  4. https://www.eldiario.es/tecnologia/curva-aprendizaje-inteligencia-artificial-riesgo-ansia-datos-infinita-no-obras-humanas_1_11271307.html↩︎





No hay cosas sin interés. Sólo gente sin ganas de interesarse. ―G. K. Chesterton.